viernes, 25 de junio de 2010

"Momentito de bajada en lavapiés" (relato)





Bruma, olor a sal, horizonte, luces que parpadean al fondo; mi espalda húmeda y la arena que se clava; tú sobre mi, me besas, jugueteas con mi pelo, bromeas sobre mi aspecto desaliñado. Me giro, te aferro con mis manos, los dedos entrelazados, te domino yo ahora; no juego, me cobro mi presa y me sumerjo en tu cuello. Me pierdo en cada beso, te robo tu esencia, te doy la mía; has cambiado las risas por leves gemidos; noto tu corazón que late con fuerza; tum, tum, tumtum. Escucho música de fondo: algún grupo de chavales se ha acomodado cerca, alguno se baña…
- Me dejas?
- Ah sí perdona, pasa.
Un pavo con camiseta negra de tirantes y aspecto algo borde me saca del trance: le estaba tapando el camino al servicio. Están sonando los Zeppelin: “Escalera al cielo” pero yo no asciendo sino que vuelvo a descender al infierno o al paraíso demoledor de tus recuerdos. Por unos momentos me aferro por no sumergirme: giro la cabeza, ha entrado otro grupo de gente entre ellos tres francesas, posiblemente Erasmus, se ríen sin parar de las anécdotas de sus compañeros que ejercen a la perfección su papel de cicerones; se llevarán un grato recuerdo de Madrid. Estoy seguro que Lavapiés les ha marcado; lo noto en su ropa, en sus ademanes; allí donde vayan no encontrarán una calle Argumosa con su desfile de terrazas de verano.
Huella indeleble, no puedo bracear más, doy cuenta de otro trago. Caigo, caigo . estás preciosa pero tus ojos reflejan tristeza. Bailamos, bailamos, te aferras a mi cuello y tu sonrisa me eleva. Paseamos por las estrechas calles andalusies y hoy te entregaría la luna. Dudo si eres capaz de contemplar tanta belleza; siento miedo. De las tabernas salen quejidos de guitarra.
Han cambiado la música, vuelvo a subir, suena flamenco y José Mercé le canta a la primavera pero es el verano quien se ha instalado ya en Madrid y yo me acuerdo de ti. Otro trago, canción de los secretos: “quiero beber hasta perder el control” ; juego a ser el protagonista de las canciones y me doy cuenta que mi historia es la misma que la de tantos otros pero te echo de menos. El calor es axfisiante y este bar no tiene aire acondicionado. Desciendo, desciendo.
“Dices que eres demasiado joven, que es pronto para amar, tal vez necesites un poco de tiempo, ya te tienes que marchar” Me machaqué con ese estribillo de los Angeles del Infierno durante más de dos semanas. Te marchas, ya te has marchado, como nos marchamos todos alguna vez. Mi historia no tiene nada de particular pero a mi me quema. “ qué estarás haciendo en este momento, espero que te acuerdes de mi” proseguía la canción. Pensé haber pisado el cielo, aunque fuera sólo a ratos. Volvemos en el coche y sacas la mano por la ventanilla, respiras el aire, te dejo conducir, Madrid está cerca y el otoño también.
“Otoño, suena una canción, otoño, sentimientos que se rompen cuando se apaga el calor.” Medina Azahara me ha hecho de nuevo tomar conciencia del ahora, me queda media hora y el bar es un hormigueo de gente que entra y sale a la terraza. Me suenan algunas caras. Me fijo en dos chavales que están al otro lado de la barra; discuten de política; otro desalojo, otra ocupación. Sonrío. Creo que echarás de menos Madrid. No, no te has ido, sigues aquí o allí no lo sé. El camino se hace al andar. Es curioso pero son tuyas las dudas, siempre fueron tuyas; por una vez el sexo femenino fue el inseguro. El alcohol se nota y me arrebata un pinchazo de optimismo, luego quizá venga la bajada. Sonrío, respiro lavapiés. Salgo a la entrada del bar: la terraza está a rebosar y mucha gente se ha acomodado en los bancos y en suelo. Me siento en casa; No se mueve una gota de aire.
Tristeza, tristeza dominaba tu corazón las últimas semanas. No puedo hacer nada. Te apoyo, estoy a tu lado, pero se rompe el hilo, se va rompiendo. Un pensamiento, un recuerdo, un dolor, una canción. Conmigo, sin mi, no sabes, no sé, vueltas, decisiones, “ruido, tanto tanto ruido y al final llegó el final”, canta Sabina. Nada especial, una historia sin más como tantas, como otras, como la de cualquiera que está aquí sentado, una historia común de la que no valdría la pena una novela o tal vez sí, todas las novelas de todas las historias de los que hoy pisamos Argumosa, una historia, sin más pero a mi me quema.
Ultima caña, me quedan diez minutos, ¿habrás unido los opuestos? No sé nada de ti, ni una llamada, tal vez más adelante. No sé si quiero llamarte, quizá, quizá, quizá… te quiero, hoy en este día veraniego de Madrid, pero estás muerta, al menos la que fuiste sólo vives en mi recuerdo, y en el tuyo, vives, tu vida tu camino, yo el mío. Me he adelantado una hora, hoy hace un año que nos fuimos de vacaciones al Sur, a tu sur al mío, quería regocijarme en el recuerdo; pago salgo me dirijo al bar donde hemos quedado. Me dicen que llevo cara rara que si me pasa algo. Ha sido sólo un momentito de bajada, como decía el Robe de Extremo, respondo. Salimos, andamos, nos dirijimos a la Filmo a ver una peli, una historia especial o una historia común de tantas, como la mía, como la tuya, como la de todos.

(Juan Carlos; junio 2003)

No hay comentarios:

Publicar un comentario