domingo, 2 de mayo de 2010

"El que no muere" (3ª y última parte)


(tapia del Cementerio de Ocaña donde se realizaron los fusilamientos)

De niño no entendía porqué nunca íbamos a visitar la tumba de mis abuelos paternos el día de todos los Santos. Conocía la historia a grandes rasgos pero las tumbas de mis abuelos se diluían en una nebulosa de confusión para mí.
Hace algunos años se empezaron a rehabilitar las fosas comunes de los fusilados en la cárcel de Ocaña durante le Guerra. Hace poco fui por primera vez sin saber qué me iba a encontrar. Por fin supe por qué nunca íbamos de niños a ese cementerio. Durante décadas junto a las tumbas cristianas de los vecinos del pueblo, con sus lápidas, sus cruces, sus nombres, sus flores y frente a los muros del cementerio donde fueron fusilados los civiles republicanos se encontraba una extensión de arena bajo la cual se hallaban los restos de los fusilados. Supongo que aunque sea de forma inconsciente para mi padre y el resto de los familiares de las víctimas, además de haber sido expulsados de sus pueblos, encontrar que en el último lugar, en el cementerio todos tienen su sitio, su lugar mientras tus padres se encuentran abandonados, en un no lugar, un no espacio debía ser una nueva puntilla de humillación.
Cuando vi las tres fosas comunes ya construidas, de mármol con sus flores y una leyenda que decía “a vosotros que disteis la vida por la libertad” respiré emocionado. Por fin, mis abuelos, que se llamaban Francisco y Elena tenían un lugar, un sitio en ese campo santo junto con el resto de compañeros aunque no estuvieran señalados sus nombres. Del olvido más absoluto se habían hecho visibles al fin. Habían recuperado en parte su dignidad.
Alguna mente mezquina comenta que se abren brechas de nuevo. Mi padre las cerró hace tiempo. Incluso la casualidad hizo que el abuelo de un gran amigo estuviera destinado como guardia civil en aquella cárcel en el otro bando .Mi padre y el padre de mi amigo comparten partidas de mus de tanto en tanto. Yo me seguiré emborrachando con mi amigo.
Hay nombres que tal vez hagan valer el significado que poseen. Mi padre supo trasmitir más que con palabras con hechos aquellos valores y principios que son eternos: justicia, sencillez, libertad, superación, abnegación, esperanza… y tantos otros. Aquellos principios y valores que como su nombre indican, a pesar de las dificultades, nunca mueren.





(fosas comunes y monumentos conmemorativos a los fusilados en la cárcel de Ocaña promovidos por la Asociación de familiares)

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