


(Para Eva)
Atrás dejé el Dakota; Lennon sigue presente; se respira utopía mezclada con tragedia en el ambiente.
Me adentré en Central Park y a los pocos metros se abren como pequeños estanques donde se dan cita mil especies distintas, amplias esplanadas.
Tumbado, bajo el potente sol, compartiendo espacio con gente diseminada: en pequeños grupos, en parejas o solos, en bañador sobre las toallas o jugando a volar el disco, a lanzarse la pelota, ajenos a lo que se cuece alrededor.Distintas razas, mezcla, mestizaje.
Isla de paz, remanso de quietud, me invade la calma.
Predomina el silencio, acompaado por pequeños murmullos en distintas lenguas que como olas vienen y van. Lejos queda el bullicio de los parques de Madrid.A ratos,vendedores de color arrastran su carrito, su esperanza y su sudor al grito de "watter one dolar".
Calma. Me encantan los parques de New York y esa costumbre de pararse a leer, a observar, a detener y escapar, aunque sea por un momento, del ritmo frenético de la ciudad.
Playa urbana de manto verde.
Levanto la vista. Como guardianes, majestuosos, imponentes se elevan, rodeando Central Park los inmensos edificios, rascacielos plateados. En la cara sur sobresale el edificio Rockefeller.
Como maquetas, como decorado de cartón,están ahí para recordarnos donde estamos.
Porque allá arriba, entre mails y oficinas, se ejecutan transacciones, se deciden operaciones, se mercadea con intereses, se especula con ambiciones, se planifican guerras, se preveen beneficios, se inventan crisis, se gobierna el mundo...
Aquí abajo, simplemente, se vive y eso ya es mucho.
Imagine no cuntry.
Juan Carlos 2010